La cocina, esos metros cuadrados que siempre parecen escasos, el lugar de los fuegos y los hielos, el emplazamiento de las reuniones paralelas, el coto de caza, el pasillo del adulterio imaginado, el ring de la autoridad, el territorio a dominar.

Pero también un arsenal de armas, espacio de heridas inopinadas, testigo del principio del fin, cadalso auto impuesto, verdugo involuntario, cuna de ruidos que rompen la madrugada para anunciar presencias, visitas, espectros.

Si te atreves a conocer la cara B de la cocina este es tu taller.

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