TRAE TU ESPALDA PARA HACER MI MESA  

Se despliega al aire exhalando un aroma de palabras sobre el tiempo deleitoso de los amantes. Delicado paladar y arte amatorio. La zozobra de viajar en busca del otro.

Estas breves historias no conocen final: bajo la línea que marca un hasta aquí, asoma ya el nuevo inicio. Ciudades, salones, instantes y conversaciones trenzadas en un balancín y en un balcón, oteando siempre el horizonte atlántico. Todo se lee en el plato, también la libertad.

 

TRAE TU ESPALDA PARA HACER MI MESA se despliega al aire exhalando un aroma de palabras sobre el tiempo deleitoso de los amantes. Delicado paladar y arte amatorio. La zozobra de viajar en busca del otro.

Estas breves historias no conocen final: bajo la línea que marca un hasta aquí, asoma ya el nuevo inicio. Ciudades, salones, instantes y conversaciones trenzadas en un balancín y en un balcón, oteando siempre el horizonte atlántico. Todo se lee en el plato, también la libertad.

 

Reseñas

Lena Yau: la literatura, el hambre y la belleza

Lena Yau está en Venezuela para presentar dos libros recién salidos de su cocina literaria: la novela Hormigas en la lengua y el poemario Trae tu espalda para hacer mi mesa. Ambos están impregnados de esos primeros olores aún no redimidos por el aire del lugar y de un sabor destinado a cambiar cuando les baje un poco la temperatura. Se hallan en un momento perfecto para saborearlos bien y permitirles adecentarse en una lectura llena de curiosidad y deseo. Yo lo he hecho y me han sorprendido pues he probado en ellos sabores inesperados. Mis expectativas fueron completamente socavadas; los libros tenían texturas y matices desconcertantes. Esto me condujo a una grata experiencia y dejó frente a mí una escritora sólida; decidida a no hacer concesiones a quienes solo buscan en ella algunas experiencias gastronómicas.

La lectura de las obras lo apura a uno a decir muchas cosas. Al inicio del artículo estuve tentado a escribir con el entusiasmo de quien hace una sobremesa y no puede dejar de hablar atolondradamente de una comida bien elaborada, servida de forma impecable y con una complejidad de matices y memorias culinarias capaces de retar al más voraz sibarita. Sin embargo, decidí frenar el entusiasmo y referirme solo al territorio más profundo y por lo tanto más sabroso de estas obras literarias: su capacidad de dejarnos habitar lo poético, de aludir a nuestros propios límites humanos.

(leer reseña completa )

 

TRAE TU ESPALDA PARA HACER MI MESA: La voz de Lena Yau

—por Alberto Hernández— 10 de Julio 2015

 

Foto: Carlos Rondón.

1.-La voz de Lena Yau insiste. Luego de “Hormigas en la lengua”, novela que levita sobre un poema, se nos presenta con “Trae tu espalda para hacer mi mesa”, un poemario en el que la palabra se paladea, es voz con sabores, gastronomía, comida con apellidos distintos, sueños y erotismo.

La imagen que sugiere el título estimula un verbo imperativo, pero contiene, además, la fuerza del acompañamiento, el forjamiento de un espacio para la celebración: cuerpo y objeto se conjugan para compartir la comida y las bebidas: “Trae tu espalda/ para hacer mi mesa” se abre a muchos significados. Pero la imagen gráfica impera en el ojo: un hombre se dobla y sobre su flexible columna vertebral se coloca el mantel. Se colocan las servilletas, los cubiertos, las flores de adorno y hasta unos cirios si se trata de un aniversario o de una primera cita amorosa. La comida llega e instala el convite. Otra imagen vertiginosamente creativa nos empuja a pensar en la idea de alguien que forma parte de la comida, de la deglución, que es objeto del comer, que se come. El amor es alimenticio, se mastica, se degusta.