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Foto: Carlos Rondón
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Por Evlyn, Por mis tacones, julio 2015

Conocí a Lena en un evento sobre el chocolate y su gastronomía hace más de un año en una galería de Madrid. Ese día fue un saludo fugaz que nos llevó a hacernos amigas en Facebook. Sigo a Lena Yau en sus escritos, que casi a diario degusto cuando me paseo por esa red social.

Lena es Venezolana, y vive en Madrid desde hace más de 15 años (se dicen rápido) Egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, ha dedicado su trabajo a la gastronomía y las letras, de una forma única e interesante.

Estará en Venezuela presentando su novela “Hormigas en la lengua” y su poemario “Trae tu espalda para hacer mi mesa” cargados de sabores cotidianos y  memorables, que te permiten viajar al recuerdo desde tu paladar.

Aquí les dejo la entrevista que con tanto cariño me ha regalado. Deseándote muchos más éxitos y esperando que podamos disfrutar de un café juntas a tu regreso.

PMY:  Tres palabras que te definen y ¿Por qué? 

LY: Nos define el otro, el que nos ve. Soy pésima para mirarme. Creo que quienes me conocen coinciden en que “terca”, “risa”, “hedonista” son palabras que me calzan. Romántica, sumándolas.

PMT: Presentarás tu novela “Hormigas en la lengua” y tu poemario “Trae tu espalda para hacer mi mesa”, en espacios que para ti tienen mucho significado ¿Qué se siente?

LY: Se siente como una revisión de rutas felices. Un recoger el hilo para tejer algo nuevo. Volver a un paisaje conocido y descubrir matices que no estaban antes. Ver que el contexto envejece con uno, constatar que el paso del tiempo es belleza y aprendizaje, Saber que la casa nunca se va.

PMT: La gastronomía y la literatura son tus dos grandes pasiones ¿Cómo nació el unir ambas disciplinas y convertirlas en tu trabajo?

 

 

LY: Creo que nació en mi cabeza de niña. Fui una niña pequeña que leía mucho. Cuentos infantiles, biografías, cómics, teatro, todo lo que caía en mi mano.  Esas lecturas me hacían sentir muchas cosas: alegría, tristeza, aburrimiento, risa, sueño, ganas de saber más, confusión.  Pero hubo un cuento con el que sentí algo diferente. Un cuento que me dejó mirando las páginas del libro, los dibujos, buscando detrás de esas letras y esos colores, algo que no estaba escrito. Pasaba mi dedo sobre los relieves de la tipografía y pensaba: ¿dónde está lo que falta por decir?, pegaba mi oreja pensado que quizás uno de los personajes de la historia me lo susurraría, golpeaba con mis pequeños nudillos el dibujo de la puerta del castillo, creyendo que se abriría, que pasando el umbral, encontraría una pared escrita con las palabras que faltaban.

El cuento iba más o menos así:

Un Rey muy bueno tenía tres hijas.

Le preguntó a la primera: hija ¿me quieres? A lo que la hija contestó: sí, padre. Le preguntó a la segunda: hija ¿me quieres? A lo que la segunda contestó: sí, padre.

Le preguntó a la tercera: hija ¿me quieres?

A lo que contestó: Padre, te quiero como el pan a la sal.

El Rey entró en cólera y desterró a su hija de su reino y de su vida.

Para el rey, esa respuesta, era una muestra de irrespeto.

Para la princesa, la metáfora del amor entre dos que se necesitan, que se complementan, que juntos mejoran.

Para mí, mi primer desconcierto: palabras que me hicieron pensar muchas cosas.

Todo lo que el pan esconde.

Todo lo que la sal soporta.

La hogaza de pan, cofre de cuentos.

El alimento, herramienta de amor y odio.

La comida, filtro, sostén, papel para escribir.

PMT: Leyendo algunos de tus poemas, me he dado cuenta que están cargados de sensualidad ¿La comida es tan sexy como las palabras?

Trae tu espalda y foto (1)

LY: La comida es tan sensorial como las palabras. Paladeamos sonidos que nos cuentan y paladeamos texturas que nos hacen.

Un mantel, una mesa, una sábana, una cama, un manjar.

En los ambos ejercicios hay amor, palabras, roces.

PMT: Tu novela “Hormigas en la lengua” nos rememora a los sabores de la infancia, las palabras con significados múltiples, cartas, poemas, narrativa ¿Es como un plato mixto con memoria de sabores?

LY: Es memoria en bocaditos, en golpes de sabor que se plantan en la nariz, es como cuando vas a un sitio y detectas un olor que te hace viajar espacio temporalmente: este olor me recuerda a…¿cómo es el olor? no es olor a comida, no es olor a perfume, no es olor vegetal. Es un olor que es sabor y globo aerostático que te hace flotar sobre lo que fue.

PMT: ¿El amor entra por la comida?

LY: La comida es una de las formas del amor, Una caricia sin piel , una declaración escrita en un plato, un besar distinto. La comida es un ejercicio que abarca todas las caras del amor: amor de madre, de hermanos, de amigos, de amantes, El odio (otra de las caras del amor) también, La comida es canal de todos los sentimientos.

PMT: ¿Cuál es tu poema favorito de “Trae tu espalda para hacer mi mesa”?

LY:  ¡Para mí es imposible escoger un favorito!

PMT: Vives en Madrid hace muchos años ¿Qué es lo que más extrañas de la comida Venezolana?

LY: Lo que más extraño no es exactamente comida, Lo que más extraño es comprar un manojo de cilantro con las raíces llenas de tierra húmeda y con las hojitas gritando ese olor a monte punzante que invade la casa cuando abres la bolsa de la compra, Extraño la rebelde exuberancia del cilantro venezolano,

PMT: ¿Dónde y cuándo son las próximas presentaciones de tus publicaciones en Venezuela?

LY: El domingo 12 de julio a las 3 de a tarde daré una charla sobre gastronomía y literatura en Kalathos y hablaré de los libros. El jueves 16 a las 7 de la noche será la presentación en la Librería Lugar Común de la mano de Silda Cordoliani y Humberto Vadievieso. En ambas librerías habrá ejemplares disponibles.

 

Leer la entrevista en Por mis Tacones:

Lena Yau

Lena Yau (Caracas, 1968) Narradora, poeta, periodista e investigadora Especialista en el vínculo entre literatura e ingesta. Licenciada en Letras y Máster en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello.